viernes, 9 de diciembre de 2011

Decisiones por el bien común [Capítulo 7]



7. LA OTRA FACHADA DE LA REALIDAD

Subió al automóvil de su novio y futuro marido, Yutomo-kun. Un romance y una escapada de la que sólo ellos dos sabían. Costaba creerlo pero Saki se había convertido en una mentirosa, aunque posiblemente la habían obligado…
-Yutomo: ¿Cómo fue todo? Se te veía bien en el escenario –le preguntó mientras conducía.
Asintió dando a entender que todo le había salido bien.
-Yutomo: Los planes han salido como queríamos, ¿y a tu familia qué le dijiste?
-Saki: He dicho tantas mentiras que ya no sé ni cuál es la verdad…
-Yutomo: Ey! ¿A qué viene eso? –contradijo- La verdad es que el que inventó el concepto ídolo estaba loco o borracho, ¡en qué cabeza cabe que no podáis tener novio a la vista de todo el mundo!
-Saki: Todos los sueños implican un sacrificio.
-Yutomo: Estoy de acuerdo con eso, pero dime, ¿qué le contaste a tu familia?
-Saki: Le dije que me graduaba porque estaba un poco agobiada con esa vida pública y que quería reorganizar mi vida de otra manera.
-Yutomo: Eso me da igual, yo quiero saber cómo te has librado de ellos estas dos semanas que estarás conmigo.
-Saki: Ah, eso… -dijo pensativa, mirando por la ventanilla- Inventé el pretexto de que me iba de viaje de relax, para pensar en el futuro con calma. Mi madre me preguntó por el lugar y le dije que a Hokkaido.
-Yutomo: Si se lo creyeron, vale –y prosiguió súper interesado- Eh, me pregunto qué… ¿cuántos pretextos tuviste que decir?
-Saki: A Tsunku-san lo del falso embarazo, a mis amigas y a los fans la versión oficial de una enfermedad y a mi familia ya acabo de contártela… -declaró sintiéndose culpable de sus decisiones- No sé, Sumie, quizás no haya hecho lo correcto…
-Sumie Yutomo: ¡Sí hiciste lo correcto! –replicó guiando el coche por un camino libre de casas- Deja de dudar tanto. Ah, oye, a nadie le habrás contado la verdad del asunto ne?
-Saki: No –negó evitando delatar a Maasa.
-Sumie: Mucho mejor.
Detuvo el vehículo en una explanada con muchos árboles y una sola casa muy antigua.
-Saki: ¿Dónde me has traído?
-Sumie: Ahora lo verás, sal del coche –le ordenó con el tacto característico con que la trataba.
Inocentemente abrió la puerta y no tuvo más tiempo que volver la cabeza cuando alguien cubrió su nariz con un pañuelo empapado en cloroformo. Lógicamente se desmayó y dos sujetos fornidos la arrastraron hasta el interior de la casa.
Sumie ni siquiera bajó del auto. Pisó el acelerador y se largó sin decir absolutamente nada a los hombres aquellos.

Despertó al cabo de un tiempo que no pudo adivinar. Esposada con cadenas en piernas y brazos se hallaba en el sótano sucio y frío de algún sitio.
-Saki: ¡Socorro! ¡Ayúdenme kudasai! –gritó muy asustada.
No recordaba cómo había ido a parar a ahí ni qué había sido de su novio. El último recuerdo que flotaba en su cabeza era la enternecida despedida de Berryz Koubou.
-Saki: ¿Puede oírme alguien? ¡Sé que no estoy sola! –insistía muy nerviosa.
De pronto, la puerta medio destartalada se abrió y entraron dos muchachos a cara descubierta con linternas –pues el lugar no tenía más iluminación que un par de velas-.
-Primer joven: Konbanwa! Jajaja… –le recibió riéndose.
-Segundo joven: ¿Estás cómoda, Shimizu-san? Jajaja… -agregó con irónicas carcajadas.
-Saki: ¿Quiénes sois? ¿Qué queréis? ¿Dónde está Yutomo-kun? –les interrogó aún con una brisa de miedo.
-Segundo joven: Queremos lo que tú tienes, jajaja… -le respondió hablando en clave.
-Primer joven: Es injusto que las ídolos llenen sacos y sacos de dinero sin apenas hacer nada y los demás tengamos que esforzarnos muchísimo ¡para no tener ni la cuarta parte! –le reprochó.
-Saki: ¡Eso no es mi culpa! –objetó olvidándose del peligro que corría en estos momentos –Además que ya dejé de serlo, yo sólo quiero llevar una vida tranquila con mi novio y…
-Segundo joven: ¡Cállate mosquita muerta! –le ordenó burlándose de ella-Tú y todos los que son como tú os merecéis una buena lección que no olvidaréis en la vida, ¡no sois nada más que simples humanos con aires de superioridad!
-Saki: ¡No es cierto! –protestó.
El primer muchacho le arreó una bofetada para demostrarle que ellos tenían la autoridad. Saki se echó a llorar indefensa.
-Segundo joven: Aminno, llama a Yutomo y pregúntale qué quiere que hagamos con ella –le preguntó a su compañero.
El tal Aminno ejecutó la orden.
-Saki: ¿Yutomo-kun? –preguntó desconcertada.
-Segundo joven: Baka! –dijo sarcásticamente - Qué fácil es engañar a las ídolos desesperadas…Jajaja…
Entonces Shimizu-san entendió la trampa del chico que bien la engatusó para usarla a su manera. Le dolía que un compañero de clase como lo fue Sumie Yutomo se había aprovechado de su fama de esa forma tan ruin y lamentaba con creces haber elegido algo tan efímero –como lo era un primer amor de poco tiempo- en vez de una amistad de tantos años…
-Aminno: Ha dicho que de las tarjetas de crédito sólo ha podido sacar cien mil yenes, ¡bien poco para repartir entre tres! –le transmitió a su otro secuaz.
-Saki: ¡Sinvergüenzas! ¡Conmigo no se juega! –les desafió desatando su decepción- ¿Qué creéis que soy? ¡Soy una chica! ¡No podéis…!
Aminno la golpeó en el estómago para que se callara.
-Segundo joven: Se está poniendo pesadita…
-Aminno: Anda Fuko, inyéctala un calmante para que duerma la noche y deje de quejarse.
El otro desalmado –Fuko- le administró una buena dosis de droga somnífera. Al instante, Saki cayó desplomada hacia un lado.
-Fuko: Larguémonos, ya mañana será otro día.
Apagaron las velas y se marcharon.

Al día siguiente, el mismo Sumie Yutomo se presentó en el garito donde retenía a la pobre Saki. La despertó vertiéndole en la cabeza un cubo de agua congelada.
-Sumie: ¡Óyeme bien, eh!
Saki abrió los ojos aturdida por los efectos del somnífero tan potente. Llorando suplicó a Sumie que la liberara.
-Saki: Déjame salir Yutomo-kun, kudasai! ¡Te hubiera dado lo que quisieras sin tener que engañarme!
-Sumie: Jajaja –se rió como si disfrutara del sufrimiento ajeno- Con ese dinero no tenemos ni para una semana, necesito más, ¿tu número de cuenta bancaria?
-Saki: Nani? Eh…¡no me lo sé!
El sujeto la agarró del cuello amenazándola pero cuando notó que la chica le decía la verdad dejó de apretarla.
-Sumie: Pedir un rescate puede ser un riesgo y saldrías mal parada…cosa que eso no me importa, la verdad –dijo con una frialdad que ponía los pelos de punta- Lo que haremos será explotar a tus amiguitas, con un buen plan se les puede sacar mucho dinero…Jajaja…
Los macabros planes del secuestrador dañaban la moral de Saki pero optó por el silencio.
-Sumie –le preguntó enseñándole una foto de Berryz Koubou que Saki guardaba desde algún tiempo- A ver, ¿quién tiene más ingresos o quién es más ahorradora?
Ella no dijo nada, ni siquiera fijó sus ojos en la fotografía. El canalla le giró el cuello a lo bestia y le obligó a hablar.
-Saki: ¡No lo sé! –exclamó adolorida.
-Sumie: Entonces decidiré yo a quien engañar…Veamos, la pequeñaja es más idiota que mi hermana menor; con lo cual no me sirve –dijo apuntando su dedo sobre Momo, y fue pasándole por orden- Ésta con esa sonrisita estúpida no me convence, la de cara boba menos todavía, la pelirroja mal teñida súper creída me da asco, esta jirafa que es tan sosa tampoco y la que queda…uhm…ésa me gusta, tiene cara de pícara y cuerpazo. Será fácil seducirla…
-Saki: Risako es la más pequeña, si desaparece de repente la encontrarán al momento y todos caeréis –le avisó con calma.
-Sumie: ¡Nadie te dio permiso de hablar, baka! –le prohibió iracundo, rompiendo en pedazos la foto- Haré lo que me plazca, así que ahora me harás el favor de hablar con esa chica y le dirás que el día que tenga libre vas a quedar con ella, okey?
Se sacó el móvil de Saki, buscó el número de Risako –lo supo porque a cada numeración le correspondía una foto del dueño- y presionó la tecla concreta de llamada.
-Sumie: ¡Y que no se note nada extraño! ¡Te lo advierto! –le advirtió pegándole el teléfono a la oreja.
-Saki: Moshi, moshi! ¿Risako?
Risako –al igual que las demás- iba a empezar a practicar coreografías y de pura casualidad respondió al móvil, justo estaba por apagarlo…
-Risako: ¡Saki! ¡Qué alegría oírte!
Miyabi –que estaba muy cerca lo oyó- e inevitablemente se emocionó.
-Miya: ¡Pásamela ahora, eh!
-Risako: Sí, ahora.
-Momo: ¡Ey, que Nasie-san está a punto de llegar! –les avisó.
Risako y Miyabi se refugiaron en los baños, escaqueándose de paso de la rutina aburrida.
-Saki: ¿Sigues ahí?
-Risako: Sí, es que íbamos a empezar a ensayar y…bueno, Miya y yo nos escapamos…Jajaja…
-Sumie: ¡Al grano! –le presionó dándola un empujón.
-Risako: ¿Estás con alguien? Me pareció oír una voz…
-Saki: Eh…no, estoy en…la estación de tren –le mintió- Escúchame Rii, tenemos que vernos.
-Risako: ¿A mí solo? –preguntó extrañada.
-Miya: ¡Pásamela kudasai! –le insistió apropiándose del teléfono de Risako.
-Miya: ¡Ey Saki! ¡Te echo de menos tomodachi! –le saludó tan feliz de la vida.
Saki se quedó en absoluto silencio, por nada del mundo permitiría meter a otra de sus amigas en un lío que nunca hubiera decidido de haberlo sabido…
-Risako: ¡Eh Miya, no seas descarada! –le riñó recuperando su móvil.
-Saki: ¿Risako, me oyes?
-Risako: Sí, gomen ne, es que Miya se emocionó y me quitó el móvil…Jajaja…
-Miya: ¡Que yo también quiero hablar con ella! –se quejaba intentando quitarle otra vez el móvil.
-Saki: Risako, ¿cuándo podemos quedar? ¡Es muy urgente! –le comunicó temiendo que su captor se pusiera más nervioso.
-Risako: Eh, pues no sé…ya sabes cómo estamos de ocupadas siempre…
-Saki: Okey, cuando tengas un hueco me envías un mensaje, ne?
-Risako: Hai, de acuerdo –le aseguró- ¿Y para qué quieres verme a mí solo?
-Saki: Ya te lo explicaré, ven sola, kudasai! –recalcó.
-Risako: Está bien, bueno, te paso a la pesadita de Miya.
-Saki: Gomen ne! Sayonara! –se despidió rápidamente.
Sumie desconectó el teléfono y aplaudió a carcajadas la actuación de su rehén.
-Sumie: Sigue portándote bien y pronto, antes de lo que te imagines, volverás a tu vida normal.
No le dio ningún alimento de desayunar y para que al señor no le molestara, se atrevió a sedarla con la misma inyección de la pasada noche.

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